POR BERENICE RIVERA / PSICÓLOGA EN HTECH
Nuestras rutinas y vida cotidiana nos pueden orillar a tener un estilo de vida en el que estemos muy ocupados y enfocándonos en los demás, en sus necesidades, en cómo ayudarlos o en cómo facilitarles la vida. Al hacerlo, el tiempo se nos escapa y cuando caemos en cuenta nos hemos descuidado a nosotros mismos e, incluso, no podemos recordar cuándo tuvimos un momento de paz y tranquilidad sólo para nosotros.

Pero si nos descuidamos a nosotros mismos por dar prioridad a nuestro entorno (familia, trabajo, amigos, pareja, casa) comenzamos a convertirnos en nuestra peor versión: nuestro buen sentido del humor desaparece y comenzamos a sentirnos constantemente irritables, estresados, con falta de energía y cansancio crónico. Simplemente, nuestra felicidad se esfuma y pasamos a un estado de supervivencia.

Socialmente hemos aprendido que ponernos como prioridad ante nuestro entorno es egoísmo, concepto que hace referencia a una actitud y comportamiento excesivos de preocupación exclusiva por uno mismo, sin considerar ni respetar las necesidades y deseos de los demás.

Sin embargo, el autocuidado no sólo nos beneficia individualmente, sino que también nos capacita para cuidar de los demás de una manera más efectiva. Así que necesitamos encontrar tiempo para nosotros por más complicado que lo parezca, debido a que, si no hacemos un espacio para nuestro bienestar, estaremos obligados hacerlo para nuestra enfermedad.

Tomar tiempo para cuidar de nosotros mismos debería ser una actividad normal en nuestra vida cotidiana. Para lograrlo, podemos comenzar por cosas pequeñas y no sentirnos culpables por ello. Por lo tanto, no debemos disculparnos por cuidar de nuestra propia salud y necesidades individuales: recuerda que hacerlo es una manera de dar un ejemplo a esas personas que tanto amamos.

Te comparto una breve guía con algunas acciones que puedes implementar en tu rutina diaria.