POR BERENICE RIVERA / PSICÓLOGA EN HTECH
La procrastinación hace referencia al hábito de retrasar o posponer de manera deliberada actividades importantes que deben atenderse a pesar de tener la oportunidad de realizarlas. Generalmente se sustituyen por otras situaciones o actividades irrelevantes, pero que nos resultan más agradables.

Suele confundirse con la pereza o la flojera, pero se trata más bien de no saber enfrentar emociones desafiantes y estados de ánimo negativos generados por ciertas tareas: aburrimiento, ansiedad, inseguridad, frustración, desmotivación etc.

Cuando procrastinamos estamos conscientes de que estamos evadiendo la tarea y con ello esas emociones negativas que la propia tarea producen. Cada que intentamos iniciar esa actividad incómoda encontramos un distractor perfecto para evadirla como: contestar un email o un mensaje de WhatsApp, ir al baño, pasar a la cocina por algún snack, escuchar un ruido y querer indagar de dónde vino, etc. Y cuando caemos en cuenta ya pasó una hora y comenzamos a sentirnos nerviosos, estresados y entra en juego el sentimiento de la culpa. Entonces regresamos nuevamente a emociones negativas.

Pero calma, no todo está perdido: como todo hábito, éste también se puede modificar y erradicar, si partimos de que el móvil principal de la procrastinación es pensar que mañana o más tarde tendremos las ganas de hacerlo (lo cual es falso), así que es mejor comenzar la acción a pesar de no sentirnos motivados.

La incomodidad inicial antes de arrancar la tarea es transitoria, cualquier cosa desagradable que sientas al inicio es temporal y desaparece. En esencia, la procrastinación es un asunto de emociones y no de productividad, por lo que la solución no radica únicamente en bajar una aplicación para una mejor administración del tiempo.

Así que aquí te comparto algunos tips eficaces para vencer la procrastinación, pero si identificas que te son difíciles de implementar y mantener solicita la ayuda de un profesional, porque en muchas ocasiones detrás de esa postergación se esconde miedo al fracaso, baja autoestima, depresión y perfeccionismo.